El Hércules de Alicante fue un rival habitual del Gandia en la Segunda B de finales de los ochenta y principios de los noventa. Un equipo que, pese a ser uno de los grandes, uno de los favoritos al ascenso, se nos daba fenomenalmente bien. Un rival que protagonizó algunos partidos cuyos recuerdos, alojados en los vericuetos caprichosos de la memoria, se empeñan en aflorar a borbotones con motivo de una efeméride. El pasado 7 de Octubre, en efecto, se cumplieron 35 años de un Gandia-Hércules disputado en los albores del otoño de 1990. Un partido fantástico, de recuerdo nítido pese a los años transcurridos, pleno de goles, fútbol ofensivo, emoción en el campo… y también en la grada. Uno de los mejores partidos de la historia (esta es una apreciación personal y muy subjetiva) del CF Gandia…

UN POCO DE HISTORIA
El primer partido oficial de liga entre el Hércules y el Gandia data de la temporada 1968/69. Se disputó un 3 de Noviembre de 1968 (jornada 8) y el Gandia se impuso por un contundente 3-0. El Hércules venía de descender de Segunda División, mientras el Gandia conseguía clasificarse para jugar en un nuevo formato reducido de Tercera División (pasaba de 15 a 8 grupos) con rivales de mayor entidad. El Hércules, que era el gran favorito, se proclamó campeón, aunque no pudo ascender al quedar eliminado en la promoción, mientras el Gandia finalizaba en una meritoria cuarta posición.
En la siguiente temporada (1969/70) los herculanos se postulaban nuevamente como favoritos, mientras el Gandia, que contaba con una excelente delantera en la que destacaban el navarro Zuazu y el madrileño Clarés, se convirtió en su principal rival en la lucha por una promoción de ascenso a la que sólo accedía el campeón.
El 22 de Marzo de 1970 gandienses y alicantinos se midieron en el Guillermo Olagüe en un partido decisivo correspondiente a la jornada 29. Los dos equipos estaban separados por sólo 3 puntos (42 el Hércules por 39 el Gandia) y la victoria del Gandia servía para reducir la distancia a sólo 1 punto y meter presión a los alicantinos. La transcendencia del partido desató una gran expectación en la capital de La Safor y propició un lleno absoluto en el Guillermo Olagüe. El Hércules, consciente de que el empate le valía para amarrar la primera plaza, planteó el encuentro claramente a la defensiva y consiguió, en un partido de pocas ocasiones, un empate final sin goles. El Hércules se proclamó campeón (consiguiendo el ascenso, ahora sí, en la promoción) y el Gandia se tuvo que contentar con una excelente, por otra parte, segunda plaza.

La conexión entre el Gandia y el Hércules tuvo un apunte curioso, pues en la temporada 1982/83 el Gandia, que militaba en Tercera División, fue filial del Hércules, que acababa de descender de Primera División, lo que propició la llegada de los futbolistas Sala Gelardo, Campins, Manolo, Ramos, Fornés y, especialmente, el gran portero extremeño Agapito.

No fue hasta la temporada 1988/89 en que volvieron a coincidir alicantinos y gandienses, ahora en la Segunda B. Ambos equipos partían como favoritos al ascenso, pero después de una temporada más que discreta se tuvieron que conformar con un puesto en la zona media de la tabla, a años luz de las primeras posiciones.
ULTRAS, EL RICO PÉREZ Y UN PISOTÓN.
El 7 de Enero de 1990 (temporada 1989/90), se disputaba un Hércules-Gandia correspondiente a la jornada 18 del grupo 4 de Segunda B. Era, sin duda, el partido de la jornada, pues se enfrentaban el segundo (el Hércules) contra el tercero (el Gandia). El Hércules era, junto al Orihuela, que había confeccionado un equipo a golpe de talonario, el gran favorito al ascenso. El Gandia, por su parte, con un partido menos en la clasificación, se perfilaba como el aspirante más aventajado, pues incluso una victoria en Alicante podía situarle en la lucha por la primera posición, máxime si recordamos que en el siguiente partido de liga los gandienses recibían en el Guillermo Olagüe al Orihuela.
Yo tenía 16 años y estuve en aquel partido, en el Rico Pérez, junto a mi padre.
Mi padre, que rara vez iba a los desplazamientos, no era precisamente un hincha incondicional. Más bien al contrario, su presencia en el Guillermo Olagüe en aquella temporada estaba condicionada a dos factores determinantes: la película de sobremesa en la televisión y el frío. Si cualquiera de éstas circunstancias se presentaba, su presencia en el campo corría serio peligro. Pero una feliz casualidad (la visita a un familiar que vivía en Alicante), sirvió como excusa perfecta para convencerle y poder acudir al partido.
El Rico Pérez me impresionó. Había estado un par veces en el Luis Casanova de València presenciando un Mestalla-Gandia, pero nunca había estado en un estadio tan grande y con tanto público viendo un partido del Gandia. El estadio del Hércules, inaugurado en 1974, era una mole de cemento que albergó algunos partidos del Mundial de España’82. Ciertamente, era un estadio muy grande para la Segunda B, pues tenía capacidad para 30.000 espectadores, lo que hacía que, incluso en la mejor época histórica del Hércules (jugó en Primera División consecutivamente desde 1974 a 1982) no fuera nada fácil colgar allí el cartel de «no hay entradas».

Con el Hércules purgando sus penas en la Segunda B, se habían cerrado las gradas superiores de Tribuna y General, pero aún así se respiraba en el estadio un excelente ambiente futbolístico (había unas 12.000 personas en las gradas), desde luego muy poco habitual en los pequeños campos de la categoría. Destacaba, sin duda, la presencia, en el fondo norte, de la bulliciosa peña del Hércules Las Banderas, considerada una de las peñas ultras más antiguas del fútbol español.
El movimiento ultra había surgido con fuerza en España a finales de los años ochenta imitando a los hooligans británicos y a los ultras italianos, y se había erigido como una potente subcultura juvenil que llenaba los fondos de los estadios de colorido y de pasión, pero también, por desgracia, de una rivalidad exarcebada que acababa desembocando, con demasiada frecuencia, en violencia. Indar Gorri, Ultra Boys, Boixos Nois, Frente Atlético, Yomus, Brigadas Blanquiazules, Ultras Sur, Riazor Blues…eran algunos de los nombres de los numerosos grupos que surgieron en la época, no sólo en los estadios de Primera y Segunda División A, sino también en los de la Segunda B.
El partido comenzó con dominio del Hércules, que trataba de resarcirse ante su afición de dos derrotas consecutivas que le habían costado el liderato. El Gandia, sin embargo, conseguía neutralizar los ataques herculanos gracias a una segura línea defensiva en la que destacaba un joven portero murciano de 1’95 de altura, futuro mito blanquiazul, que respondía al nombre de Espín. Entrenaba al Gandia otro murciano de peculiar carácter, José Víctor Rodríguez, un entrenador duro y exigente, que había confeccionado, con bastante menos dinero que el Hércules y el Orihuela, un equipo muy competitivo, dispuesto a pelear por el ascenso. Con el paso de los minutos el Gandia se deshacía del dominio local y comenzaba a lanzar contraataques cada vez más peligrosos. El Gandia de José Victor, en efecto, además de defender bien, era un auténtico puñal a la contra, especialmente cuando jugaba como visitante.

En una de aquellas contras, en el minuto 37, Ayneto adelantaba al Gandia, llegándose al descanso con una mínima ventaja gandiense. Se esperaba un arranque furioso del Hércules en la segunda parte, pero cuando apenas se llevaban 4 mimutos de la reanudación, un nuevo zarpazo en forma de contragolpe culminado por Franco, significaba el 0-2 en el marcador.
Recuerdo que cuando el balón se estrelló en la portería herculana di un salto espectacular y grité un «Goool!» que rompió el silencio sepulcral del Rico Pérez. Yo agitaba el puño cerrado en señal de júbilo y sin embargo, mi padre, aunque habitualmente poco efusivo en las celebraciones futbolísticas, seguía extrañamente anclado en su localidad y con gesto dolorido se agarraba el pie con las dos manos. Yo, sin querer, al impulsarme en el salto, le había propinado un tremendo pisotón. Mientras trataba de disculparme con una media sonrisa dibujada en el rostro (qué diablos, íbamos 0-2), mi padre me fulminaba con la mirada al tiempo que mascullaba entre dientes: «mala xafà m’ has arreat, tio animal…».
El bueno de mi padre se recuperó sin consecuencias y el Gandia consiguió imponerse por 0-2 (y pudieron ser más) en un gran partido; en un inolvidable partido.
DEACON BLUE, EL INSTITUTO Y UN PARTIDAZO.
En la siguiente temporada, 1990/91, Hércules y Gandia se presentaban de nuevo entre los favoritos (el Gandia, en la temporada anterior había quedado a sólo 2 puntos de conseguir el ascenso). El gallego Fabri González era el nuevo entrenador de un Gandia más joven que contaba con muchos jugadores del norte, como los vascos Eguiguren y Tejada, o los asturianos Cudi, Rogelio y Jonás. El comienzo de temporada fue magnífico; el Gandia era un equipo muy fuerte físicamente, que practicaba un fútbol ofensivo, marcaba muchos goles y en casa lo ganaba prácticamente todo. En la delantera contaba con una pareja peligrosísima integrada por el zaragozano Ayneto y el gandiense César Melo. Ambos estaban secundados por Julián Sanz, otro gandiense, que se había convertido en la revelación de la temporada y que venía de atiborrarse a marcar goles en Segunda Regional con la UD Beniopa.
El domingo 7 de Octubre de 1990 el Hércules visitaba una ciudad de Gandia que vivía instalada en la resaca del final de la Fira i Festes, que había echado el telón de cierre el martes 2 de Octubre con el concierto estelar, e histórico, del grupo escocés Deacon Blue, uno de los grupos más relevantes del pop-rock británico de finales de los ochenta. El concierto debía haberse celebrado el día anterior, pero la lluvia, que hacía siempre acto de presencia en la Fira para desesperación de promotores, había obligado a aplazarlo para el día siguiente.

La lluvia y el final de la feria, que significaba por entonces el comienzo del curso escolar en secundaria, dibujaba en mi ánimo una sensación de pesimismo inevitable. El curso 1990/91 (de nuevo en Segundo de BUP) comenzaba para mí con idénticas premisas que el anterior: nula motivación y escasas posibilidades de éxito. Durante el verano había convertido en particular hit un chiste penoso: «cuáles te han caído? acabo antes si te digo las que he aprobado». En mi cuaderno de notas finales de junio, las asignaturas suspendidas superaban a las aprobadas, pero yo, medalla de oro en inconsciencia y matrícula de honor en despreocupación, tenía siempre en la mente una frase a la que recurrir cuando venían mal dadas: «siempre nos quedará el futbol; siempre nos quedará el Gandia».
En aquel domingo de otoño, negros nubarrones se cernían (y no era una metáfora) antes del partido, sobre el Guillermo Olague, anunciando lluvia. En efecto, a poco de comenzar el encuentro, cayó un fuerte aguacero que dejó el terreno de juego completamente encharcado y que obligó a los aficionados de la grada de General a refugiarse en la Tribuna, con la excepción de tres grupúsculos de seguidores que siguieron en las gradas descubiertas capeando el temporal. Se trataba de un grupo de aficionados del Hércules, miembros de la peña Las Banderas, y de las dos peñas del CF Gandia: Gurkas Boys y Komando Eguiguren.
Gurkas Boys se situaba en el fondo norte del Guillermo Olagüe (el fondo que da a la piscina municipal) y había surgido en la temporada 1989/90 al calor de un gran Gandia que luchaba por el ascenso y como respuesta local al boom del movimiento ultra futbolístico. La peña Gurkas Boys estaba integrado por un grupo de chavales que estudiaban en el instituto María Enríquez (en cuyas filas se encontraba algún futuro periodista deportivo), debutando oficialmente en un partido disputado entre semana ante el Sporting Mahonés. Komando Eguiguren, por su parte, apareció en el principio de la temporada 1990/91 y se ubicaba en el fondo sur (el que da al campo B). El nombre de la peña se había elegido en homenaje al extremo vasco Juan Carlos Eguiguren, que en poco tiempo se había ganado el cariño de la afición.

Los aficionados del Hércules se habían situado en el fondo norte del estadio, junto a los Gurkas Boys, una decisión escasamente afortunada que nadie se preocupó en evitar, en una época en la que la presencia policial en los campos se Segunda B era casi nula y la prevención de posibles incidentes inexistente. Los primeros piques entre los dos grupos que compartían grada no se hicieron esperar y provocaron la reacción, en un acto solidario, del Komando Eguiguren, quien ante la superioridad numérica de los hinchas herculanos decidieron desplazarse al fondo norte con el propósito de hacer frente común, junto con Gurkas Boys, ante la presencia «invasora». Con las fuerzas equilibradas, las desavenencias entre ambos bandos se incrementaron ante la pasividad de unos pocos policías que, imagino, no acababan de entender qué era eso de los ultras en un partido de Segunda B.
En el terreno de juego el Gandia, haciendo gala de un gran derroche físico, salió como un autentico ciclón. Los gandienses, muy superiores, dominaban completamente el partido y multiplicaban las ocasiones ante un Hércules desconcertado. Eguiguren se erigió como protagonista absoluto del partido, consiguiendo los dos primeros goles en los minutos 14 y 33. Con el campo mojado y rápido, el extremo vasco se sentía en su salsa, rememorando, seguramente, viejas tardes de los ochenta, cuando subía la banda en los campos de Lasesarre y Las Llanas, en los que había jugado defendiendo las camisetas del Barakaldo y el Sestao. César Melo, incluso, había desaprovechado un penalti poco antes del segundo gol del Gandia, mientras el mister del Hércules, que conocía, por otra parte, perfectamenre el Guillermo Olagüe, se desesperaba. El entrenador herculano, en efecto, no era otro que el mismísimo José Víctor Rodríguez. En Alicante, parece que tomaron buena nota de aquel partido del Gandia en la temporada anterior y ofrecieron una oferta dificil de rechazar al entrenador murciano, que acabó cambiando de bando.
El partido era electrizante y las chispas acabaron saltando sobre el terreno de juego: una disputa entre el gandiense Diego y el alicantino Vilches, acabó con la expulsión de ambos. Mientras, en las gradas, las rencillas entre los aficionados herculanos y los gandienses iban en aumento, teniendo que intervenir finalmente la policía, que cargó contra los hinchas del Hércules, evitando que aquello acabara en batalla campal.
El Hércules de Jose Víctor consiguió sacudirse el dominio del Gandia en la recta final de la primera parte y Paco Luna conseguía establecer el 2-1, poco antes del descanso, devolviendo la incertidumbre en el marcador.
La segunda parte no podía comenzar mejor para el Gandia. El ovetense Jonás, en el primer minuto, conseguía poner de nuevo tierra de por medio en el marcador, estableciendo el 3-1. Las peñas gandienses habían cambiado su ubicación en esta segunda parte y se habían trasladado al fondo sur, donde atacaba ahora el Gandia, un hecho que contribuyó a apaciguar los ánimos. Los herculanos volvieron a recortar distancias por mediación de Andrés de penalti y buscaron con ahínco el gol del empate en la recta final del partido, pero el Gandia consiguió mantener su renta y amarrar una victoria por 3-2 altamente celebrada por la afición, que acabó recompensando merecidamente el excelente partido del equipo.

El partido finalizó sin mayores incidentes, pero los aficionados de la peña Las Banderas iban a «tomar la matrícula» a algún aficionado del Gandia. Uno de ellos era un rocker, destacado miembro de la peña Komando Eguiguren, que respondía al nombre de Pichi.
Pichi era uno de los personajes habituales de las gradas del Guillermo Olagüe. Incondicional, acérrimo, temperamental aficionado del Gandia, seguramente quien inventó la expresión «jugador número 12» lo hizo pensando en él. Pichi tenía la cualidad de «hacer amigos» entre los aficionados rivales, y también entre los jueces de línea que tenían la ingrata tarea de correr la banda de Preferente del Guillermo Olagüe…
En el primer partido de liga de la siguiente temporada (1991/1992) el Gandia visitó el Rico Pérez (como no podía ser de otra forma, ganamos 0-1) y Pichi fue identificado en las gradas del estadio alicantino por los ultras del Hércules, tuviendo que escapar «por piernas». Pichi acabó refugiado en el vestuario del Gandia, mientras los aficionados herculanos, con dudosas intenciones y recuerdos, seguramente, poco agradables del partido del año anterior, esperaban pacientemente su salida. La situación se resolvió de forma rocambolesca. Pichi se cambió y se puso un chándal para hacerse pasar por futbolista del Gandia, abandonando el estadio junto a los jugadores del equipo y dejando atrás Alicante, sano y salvo, en el autobús gandiense.
Esa misma temporada el Gandia descendió a Tercera División y herculanos y gandienses no se volvieron a medir hasta la campaña 1999/2000. El último enfrentamiento entre ambos equipos en partido oficial de Liga tuvo lugar en la temporada 2000/2001. No hace falta decir que esa temporada, en el Rico Pérez, volvimos a ganar por 0-2, acentuando una curiosa estadística que revela la superioridad histórica gandiense en los duelos particulares entre ambos equipos, en una época en la que siempre (o casi siempre) les ganábamos. Una época en la que, decididamente, jugar contra el Hércules era siempre un placer.
ALINEACIONES
GANDIA 0-HÉRCULES 0. 1969/1970. Guillermo Olagüe. Jornada 29 (3-11-1968).
GANDIA: Pallarés, Tomás (Totó 87′), Soldevila, Quiles, Maso, Amorós, Liñana, Ordaz, Clarés, Zuazu y Crespo (Sancho 65′).
HÉRCULES: Humberto, Valbuena, Murcia, José Juan (Ricardo Garcia 63′), Lalo, Araujo, Juanito, Mayoral (Costoya 74′), Quinichi, Corró y Pardo.
ÁRBITRO: Esquerdo Guerrero.
HÉRCULES 0-GANDIA 2. 1989/1990. Rico Pérez. Jornada 18 (7-1-1990).
HÉRCULES: Pascual, Vilches, Hierro, Herrero, Gallego, Amaya, Eizmendi (Forcadell), Javier (Baños), Miguel, Endika y Trobianni.
GANDIA: Espín, Diego, Manzanares, Javi, Pedro Gaspar, Manolo (Paco Lorente), Castillo, Moya, Franco, Naixes (Acris) y Ayneto.
GOLES: Ayneto 35′, Franco 49′.
ÁRBITRO: Martín Villarin.
GANDIA 3-HÉRCULES 2. 1990/1991. Guilermo Olagüe. Jornada 6 (7-10-1990).
GANDIA: Requena, Diego, Cudi, Bolós, Jonás, Paco Lorente, David De la Hera, Moya, Eguiguren, César Melo (Carbonell) y Ayneto.
HÉRCULES: Pascual, Gelo, Huertas (Azuaga), J.Campos (Paños), Tirado, Paquito, Israel, Vilches, Paco Luna, Andrés y Saavedra.
GOLES: Eguiguren 14′ (1-0), Eguiguren 32′ (2-0), Paco Luna 45′ (2-1), Jonás 46′ (3-1), Andrés 65′ de penalti (3-2).
ARBITRO. Ramírez Cabrera.
TODOS LOS HÉRCULES-GANDIA EN LIGA
| TEMPORADA | CATEGORIA | PARTIDO | RS |
| 1968/69 | Tercera | Gandia-Hércules | 3-0 |
| Hércules-Gandia | 3-2 | ||
| 1969/70 | Tercera | Hércules-Gandia | 0-0 |
| Gandia-Hércules | 0-0 | ||
| 1988/89 | Segunda B | Gandia-Hércules | 1-3 |
| Hércules-Gandia | 1-1 | ||
| 1989/90 | Segunda B | Hércules-Gandia | 0-2 |
| Gandia-Hércules | 2-1 | ||
| 1990/91 | Segunda B | Gandia-Hércules | 3-2 |
| Hércules-Gandia | 1-1 | ||
| 1991/92 | Segunda B | Hércules-Gandia | 0-1 |
| Gandia-Hércules | 0-0 | ||
| 1999/00 | Segunda B | Hércules-Gandia | 1-0 |
| Gandia-Hércules | 1-1 | ||
| 2000/01 | Segunda B | Hércules-Gandia | 0-2 |
| Gandia-Hércules | 0-0 |
ESTADÍSTICA GUILLERMO OLAGÜE
| J | G | E | P | GF | GC | |
| GANDIA | 8 | 3 | 4 | 1 | 10 | 7 |
| HERCULES | 8 | 1 | 4 | 3 | 7 | 10 |
ESTADÍSTICA RICO PÉREZ
| J | G | E | P | GF | GC | |
| HÉRCULES | 8 | 2 | 3 | 3 | 6 | 9 |
| GANDIA | 8 | 3 | 3 | 2 | 9 | 6 |
ESTADÍSTICA GENERAL
| J | G | E | P | GF | GC | |
| GANDIA | 16 | 6 | 7 | 3 | 19 | 13 |
| HÉRCULES | 16 | 3 | 7 | 6 | 13 | 19 |

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