
La fotografía del Gandia que encabeza esta crónica sirve para ilustrar perfectamente la estética de una época y para evocar la esencia de un fútbol muy diferente al actual: el Fútbol de los setenta. En ella aparece un puñado de tipos de mirada ruda, cabello largo, algún bigote frondoso, patillas generosas y, en el centro de la imagen, desentonando con el entorno, un adolescente de aspecto aniñado: es Vicente Palonés, interior derecho, representante de un brillante equipo juvenil.
Es el CF Gandia de la temporada 1978/1979.
El fútbol español en la década de los setenta era un deporte duro, en el que primaban los futbolistas fuertes físicamente, aguerridos, luchadores, agresivos, tipos que hacían buena la máxima de «o pasa el balón, o pasa el jugador, pero nunca los dos». Futbolistas que traspasaban, a veces con demasiada frecuencia, la fina barrera que separa la agresividad de la violencia e incluso de la brutalidad.
En una época en la que los éxitos (escasos) de la Selección se fundamentaban en ese espíritu racial denominado «Furia Española», los futbolistas duros tenían una especial aceptación, lo que facilitó el desembarco masivo de jugadores sudamericanos que reunían a la perfección los atributos arriba mencionados. Tanto los buenos como los malos.
Equipo paradigmático del fútbol de la época fue el Granada de principios de los setenta, conocido como «Matagigantes» por la frecuencia con la que mordían el polvo (nunca mejor dicho) en su estadio equipos como el Real Madrid, Barcelona, Sevilla o Athletic de Bilbao.
«Jugar en Granada es como ir a la Guerra», afirmaba el centrocampista del Barcelona Asensi. Una frase que describía a la perfección lo que significaba visitar el estadio de Los Cármenes (rebautizado, con cierta dosis de humor negro, como «Los Crímenes»), ante un equipo que era respetado por sus virtudes futbolísticas, que también las tenía (en sus filas jugó durante muchas temporadas el delantero de Tavernes de la Valldigna y ex-blanquiazul Quiles), pero que, sobre todo, era especialmente temido por la violencia con la que se empleaban sus «killers» sudamericanos: Aguirre Suárez, Fernández y Montero (argentino, uruguayo y paraguayo respectivamente).
Aguirre Suárez llegó a España expulsado del fútbol argentino y tras una estancia de un mes en la cárcel por una brutal agresión al futbolista del Milan Combin, a quien literalmente rompió la cara en un partido de Copa Intercontinental con su equipo, el Estudiantes de La Plata, un equipo conocido especialmente por la violencia y las artimañas con las que se empleaban sus futbolistas.
Por su parte, Fernández, mereció ocupar la página de Sucesos, más que la de Deportes, tras propinar un brutal planchazo en el muslo a la estrella «merengue» Amancio Amaro, en un partido de Copa del Rey ante el Real Madrid. Amancio necesitó de 150 (ciento cincuenta, sí) puntos de sutura.

El Gandia de los setenta tuvo también en sus filas, sin llegar a los extremos de los jugadores del Granada, a uno de esos futbolistas duros. Se llamaba Óscar Roberto Lleida Fernández, paraguayo de cabello encrespado, que se adueñó del centro del campo del Guillermo Olagüe durante dos temporadas.
Lleida había llegado al fútbol español para jugar con el Valencia CF en la temporada 1975-1976 procedente del equipo paraguayo Presidente Hayes, un club tan desconocido como el propio futbolista. Se trataba del típico jugador sudamericano tan en boga en la época, enérgico y bregador, que había sido captado por el Valencia en tierras sudamericanas en busca de las tres «Bes»: «Bueno-Bonito-Barato».
Lleida era un Mediocentro de corte defensivo que, debido a su juventud y su nula experiencia en el fútbol español, resultó ser excesivamente bisoño para la Primera División, participando en solo dos partidos con el Valencia al principio de temporada y pasando, posteriormente, al ostracismo.
En la siguiente temporada es cedido al Castellón, que milita en Segunda División, consiguiendo la titularidad indiscutible y ayudando al equipo a conseguir la permanencia en la última jornada.
Tras su paso por el equipo «orellut» regresa, en la temporada 1977/78, al Valencia, donde sigue sin tener oportunidades y acaba jugando con el Mestalla de Tercera División.
Es, finalmente, en la temporada 1978/79 cuando Roberto Gil, entrenador gandiense y ex-entrenador de la cantera del Valencia, se acuerda de Lleida y lo convence para fichar por el CF Gandia.

Antonio Muñoz cumple su segunda temporada como presidente de un equipo blanquiazul que está encuadrado en el Grupo 5 de la Tercera División, una categoría que cuenta con seis grupos (la segunda B tiene dos) y equivale, más o menos, a la actual Segunda RFEF.
Los gandienses comparten grupo, además de con equipos valencianos, con rivales murcianos, manchegos y baleares.
Roberto Gil repite en el banquillo gandiense con el objetivo de superar la séptima plaza de la temporada anterior y, si se tercia, luchar por la primera plaza, la única que otorga el ascenso directo a Segunda B.
Siguen de la temporada 1977/78 los jugadores de la casa Juanín Vidal y Sorribes, además del juvenil Marco, el alzireño Dolz, el turolense Pomar y el barcelonés Ramón, mientras Chova y Sendra regresan de cumplir el servicio militar.
Aunque ya había debutado en la temporada anterior, en la presente se consolida, procedente de un excelente equipo juvenil que se proclama campeón Regional en la temporada 1976/1977 y debuta en Liga Nacional en la siguiente temporada, Vicente Palonés. Con 17 años recién cumplidos, Palonés, es un pequeño interior derecho que destaca por su habilidad y su rapidez.
En cuanto a las incorporaciones, además del mencionado Lleida, llegan tres jugadores andaluces: Parreño, un guardameta veterano procedente del Alcoyano, con experiencia en Segunda División con el Hércules o el Rayo Vallecano, Calero, delantero procedente del Córdoba de Segunda División y Julián Legido, del Jerez Industrial.
Además, son novedad el navarro Errandonea, un fornido y veterano delantero procedente de la Cultural Leonesa, que llegó a jugar en Primera División con el Racing de Santander, y el catalán Jaime Cano, otro veterano con experiencia en Primera (Celta y Elche) que viene a reforzar el centro del campo.
El Gandia comienza la temporada, como es históricamente habitual, de manera discreta.
Así, en la jornada 9 suma 4 derrotas, todas como visitante, mientras en la clasificación se encuentra en la zona media, muy alejado del líder Alcoyano. El equipo, sin embargo, apunta maneras de goleador, como atestigua un espectacular 6-1 ante un Real Mallorca en horas bajas, en partido correspondiente a la jornada 6 (15 de Octubre de 1978), en el que debuta el joven de 19 años Pedro Avilés, todo un clásico de los ochenta con la camiseta blanquiazul.
En la Copa del Rey, el Gandia elimina al Eldense con claridad en la primera eliminatoria, pero cae en la segunda ante un potente Gimnàstic de Tarragona, que milita en Segunda B y que acabará consiguiendo el ascenso a Segunda División A.
No es hasta el final de la Primera vuelta cuando el Gandia comienza a carburar; el equipo consigue, por fin, mejorar su balance defensivo fuera de casa, su punto débil, mejorando con ello sus resultados como visitante.
En la jornada 15 el Gandia se reivindica como favorito y acredita su recuperación goleando en casa al Alcoyano, líder con 8 puntos más que los gandienses en la clasificación, por un contundente 5-1.
El Gandia lo gana todo en el Guillermo Olagüe y puntúa siempre fuera de casa, recuperando poco a poco el terreno perdido tras el mal inicio de campeonato e iniciando una racha de imbatibilidad que se prolonga semana tras semana.
Un equipo tipo del Gandia podría estar conformado por Parreño, indiscutible en la portería. En defensa, Pomar y Juanín Vidal, impartiendo cátedra en el eje central, acompañados por Sorribes, lateral izquierdo, y Dolz (o Marco) lateral derecho. En el centro del campo manda Lleida, con Palonés y Sendra por bandas. Y arriba, dinamitando las defensas rivales, Ramón (o Julián Legido), junto con Calero y Errandonea.
El 8 de Abril de 1979 se disputa la jornada 30 y el Gandia se desplaza al Pepico Amat de Elda para enfrentarse al lider, Deportivo Eldense, del que le separan apenas 2 puntos en la clasificación.
El Gandia es el equipo de moda y su buena temporada merece la atención del periódico Marca, que publica un artículo días antes del decisivo partido de Elda, en el que se destaca a los gandienses por ser el equipo más goleador del fútbol nacional con 62 goles y por su racha de imbatibilidad, que cumple por entonces los 20 partidos
El estadio del Eldense presenta un lleno hasta la bandera con presencia numerosa de aficionados gandienses. El Gandia necesita ganar para empatar a puntos con el rival y arrebatarle la primera posición gracias al gol average (en la primera vuelta empataron a 1 gol en Gandia). El partido es tenso y disputado y, finalmente, el Gandia consigue la machada y se impone por 0-1, con gol solitario del sevillano Calero, proclamándose nuevo líder.

En la jornada 33 el Gandia sigue líder y espera continuar siéndolo y alcanzar, además, los 24 partidos invicto ante la visita del Almansa, un equipo de la zona media. El partido, sin embargo, se complica con un 0-2 en favor de los visitantes, que está a punto de convertirse en 0-3, pues los manchegos disponen de un penalti a favor. La grada arrecia en contra de la directiva en señal de protesta y resuena el grito, tan recurrente en el Guillermo Olagüe como absurdo, de «al Gandia no li interessa pujar». Lo cierto es que la afición no olvida la temporada 1976/77, en la que se produce un ascenso masivo a la recién creada Segunda División B (ascendieron del segundo al décimo clasificados) y en la que el Gandia finaliza en una decepcionante antepenúltima posicion, perdiendo el tren en dirección a la nueva categoría.
Pero Parreño, el guardameta gandiense, detiene la pena máxima. Una parada que se convierte en detonante de una remontada apoteósica: el Gandia consigue tres goles en la recta final del partido y se impone por 3-2 (gol definitivo de Errandonea) ante el júbilo desatado de una afición que invade el terreno de juego.

Tras el «match point» salvado ante el Almansa, el Gandia tiene una nueva prueba de fuego en Alcoi, en partido de la jornada 34, con un nuevo desplazamiento masivo de aficionados gandienses. El Alcoyano, tras un gran comienzo de temporada, acaba disolviéndose en la tabla y ya no tiene prácticamente opciones de ascenso, pero sí tiene una doble motivación: la de la rivalidad histórica ante el Gandia y la de vengar la afrenta de la primera vuelta sufrida en el Guillermo Olagüe (aquel 5-1).
Antonio adelanta a los alcoyanistas al cuarto de hora de juego y Juande Ramos (futuro entrenador) consigue un 2-0 que será definitivo. El Gandia, que no perdía desde el 5 de Noviembre de 1978 (3-1 en Torrevieja), ve quebrarse de esta manera una racha espectacular de 24 jornadas invicto y, lo que es peor, pierde el liderato.

En la siguiente semana, tras dar buena cuenta del Atlético Baleares en casa (5-1), el Gandia recupera la primera posición aprovechando el empate del Eldense, en el Pepico Amat, ante el Alcoyano.
Restan solo tres jornadas y el objetivo está un poco más cerca. El Gandia depende de sí mismo, aunque con el Eldense y el Albacete pisándole los talones.
Pero una inesperada derrota en Inca ante el Constància por 1-0 en el antepenúltimo partido, ensombrecerá el futuro del Gandia de forma irremediable. Sus máximos perseguidores, albaceteños y eldenses, no desaprovechan la oportunidad y adelantan a los blanquiazules en la clasificación.
En la penúltima jornada, el Gandia, tras derrotar al Margaritense en el cierre de temporada en el Guillermo Olagüe, llega con vida a la última jornada, aunque con escasas posibilidades. El Eldense lidera la tabla con 53 puntos, seguido por Albacete y Gandia con 52, aunque los manchegos tienen el goal average ganado con los nuestros. Los gandienses despiden la temporada en Los Arcos de Orihuela y necesitan una victoria y que el Eldense y el Albacete no ganen en sus desplazamientos a los campos del Margaritense y Cartagena, respectivamente.
El Gandia cumple imponiéndose por 0-1, pero sus rivales hacen lo mismo. Finalmente, el Eldense, con un solo punto más que el Gandia, se proclama campeón y consigue el ascenso, dejando a los blanquiazules en una frustrante tercera posición final.
La lógica decepción por la no consecución del ascenso no puede ocultar una temporada brillante, a la que solo le faltó el broche final.
El Gandia fue el equipo con menos derrotas de la liga (6) y el más goleador con 79 goles (55 de ellos en casa), 14 más que el segundo máximo goleador, el Eldense. Además, a propósito del famoso artículo del Marca, finalizó el campeonato como segundo equipo máximo goleador de todas las competiciones nacionales con 1 solo gol menos que el Levante, campeón del grupo 2 de Segunda B, que consiguió 80 goles.
Sin olvidar, por supuesto, los 24 partidos consecutivos invicto, un récord que mantendrá hasta la temporada 2004-2005, cuando el Gandia de Juanjo Juárez sumó 25 partidos sin conocer la derrota, con el matiz obligado de reseñar que aquella Tercera división, la de 1978, contaba con solo seis grupos y era, presumiblemente, mucho más potente que esta Tercera, la de 2004, que tenía 18 grupos.
Al término de la temporada 1978/1979 Antonio Muñoz no seguirá en la presidencia del Gandia, siendo sustituido por José Avaria. Éste decidirá dar continuidad a un equipo que había conseguido tan buenos resultados, renovando a prácticamente la totalidad de la plantilla, siendo las excepciones más destacadas las del mister Roberto Gil, que acepta la oferta del Real Jaén para entrenar en Segunda B y la de Palonés, que fichará por el Valencia.
Con Pesudo en el banquillo, el Gandia rendirá, sin embargo, muy por debajo de lo esperado. La magia, pese a contar prácticamente con los mismos jugadores, había desaparecido. El Gandia, finalizaba la temporada en una discreta séptima posición, a años luz de la lucha por el ascenso.
Lleida, tras cumplir su segunda campaña en el Gandia, ficha, comenzada la temporada 1980/81, por el CD Europa de Barcelona de la Tercera División catalana, y desaparece posteriormente del mapa futbolístico español. Todo parece indicar que regresó a Paraguay, poniendo punto y final a su aventura española, la misma que le llevó a jugar en uno de los equipos del CF Gandia más recordados de la historia y el mejor, sin duda, de la década de los setenta.
Xavi Martí- Fútbol en la Ribera del Serpis.

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